Son las 8:30 de la mañana del 22 de septiembre de 2011 y me dispongo a emprender un viaje corto que va de mi casa hasta la universidad. Todo empieza desde el momento en que salgo, generalmente corriendo, porque una vez más el tiempo no me alcanzó, y me dirijo a la casa de Carolina, quien además de ser mi amiga, es la que normalmente me lleva en su moto, una Honda…señoritera, como suelen llamar a ese tipo de motocicletas; después de saludar a todos en la casa, me siento pacientemente a esperar que carolina se termine de acicalar; mientras tanto hablo con Valentina, hermana de carolina, quien siempre está sentada frente al computador escuchando algo de música, entre reggaetón, algo de Silvio Rodríguez y Soda estero. Mientras sigo esperando, sentado, en un sofá de color verde, bastante cómodo; Carolina, un poco indecisa con la ropa que va a llevar puesta, se cambia una y otra vez de blusa, de jean o falda; después de unos minutos, y del corto desfile de moda, ella saca la nave, en la que vamos a emprender el viaje. Después de ponerme el casco, un poco grande y similar al los que llevan puestos los astronautas, me subo como copiloto al asiento trasero, mientras tanto Carolina enciende y calienta unos segundos el motor de la moto. Luego de un suave toque de la punta del pie a la palanca de cambios, ella acelera, dando inicio al viaje.
Entonces empieza el recorrido y también las historias. A medida que vamos avanzando por una pequeña parte de la ciudad, hablamos de lo que nos ha pasado últimamente y de las cosas que hemos hecho, durante la ausencia del uno y del otro; entre historias de sueños, gustos, sexo, trabajos de la u y algunas veces de salidas o citas, voy observando lo que hay por las calles. Adelante, a los lados y atrás, carros de diferentes modelos, motos, camiones, buses y hasta tracto mulas gigantes, que parecen q nos fueran a comer. Una gran nube de humo negro, con fuerte olor a gasolina quemada, que invade nuestros pulmones es el desayuno de casi todos los días, obsequiados por estos vehículos.
En las aceras, además de personas de toda clase de edad, sexo y raza, caminando por un lado y por otro, unos con pasos más lentos y otros con pasos apresurados, como si fueran a reclamar alguna herencia, veo también, distintas viviendas, entre casas y apartamentos, asimismo, almacenes que empiezan a abrir sus puertas al público y habitantes de la calle que se levantan de sus duras camas de cartón, adornadas con algunas hojas de papel periódico, que quizás le han servido de cobija para enfrentar el fuerte frio de la noche. Seguidamente, van llegando uno tras otro los vendedores ambulantes; y entonces vienen las fuertes mezclas de olores, de los que se alcanzan a percibir: frutas, verduras, pescados, comidas y grasa o manteca quemada, que me producen nauseas, posibles de controlar, aguantando un poco la respiración.
Continuando con este recorrido, llegamos a la carrera 15 por donde seguimos avanzando, hasta subir por la calle once y llegar a la carrera 27, en donde observo un panorama de estudiantes caminando en diferentes direcciones, y grupos de amigos o conocidos que van conversando mientras caminan; es a partir de ahí donde comienzo a invadirme por ese ambiente universitario que tanto disfruto. Finalmente llegamos al parqueadero, en donde Carolina busca un espacio para poder dejar su moto. El viaje ha concluido, justo a las 9: 00 am de la mañana, yo me bajo lentamente de la nave, me quito el casco y me miro en uno de los espejos, de alguna de las motocicletas o carros que se encuentran a los lados, para acicalarme un poco antes de entrar a clase. En la entrada de la universidad me recibe un gran grupo de cerdos vestidos de negro, con casco, bolillo y escudo que me miran como si fuera el peor terrorista del mundo. Así, entro a la “penitenciaria industrias de Santander” como dicen algunos de mis compañeros, a iniciar mis clases del día.
JULIO CÉSAR LÓPEZ FIGUEREDO
2080607
TALLER DE DIDÁCTICA DE LA LENGUA MATERNA II.
Me pareció adecuado el tono. Hay que revisar algunas cosas de forma: puntuación; por ejemplo: "como copiloto al asiento trasero, mientras tanto..." Ahí debería ir un punto pues va a comenzar una idea nueva, o por ejemplo: “penitenciaria industrias de Santander” como dicen algunos de mis compañeros, a iniciar -acá debió haber señalado la aclaración con una coma después de cerrar las comillas-
ResponderEliminarEsto junto con uno que otro error de digitación como se puede observar en el ejemplo anterior: "a iniciar".
En cuanto a aspectos de contenido que validan el escrito dentro del marco de la crónica, puede apreciarse que es una narración de su experiencia de vida. Pero que poco se abstrae de los sucesos. Un punto a favor son las descripciones que hace, pero el hacer tantos referentes a los sucesos la enmarca en algo más bien anecdótico. Me hubiera gustado que se hubiese detenido un poco más en el problema de los "Cerdos" como lo señala y hubiese mostrado su punto de vista y el de otros.
Me gustaría que modificara el color de la fuente para la lectura, pues se tornó un tanto agotadora para la vista.
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